Desde el año 1946, cada once de enero en nuestro país se conmemora el Día del Ingeniero Cubano.
La fecha surge por iniciativa del Ingeniero Luis Silva Savio, quien propuso a la Junta Directiva de la Sociedad Cubana de Ingenieros la celebración para honrar la memoria del insigne Ingeniero Don Francisco de Albear y Fernández de Lara, autor de significativas obras, entre ellas el Acueducto de La Habana, que lleva su nombre y fuera premiado en París por sus soluciones técnicas.
Con la conmemoración se saldaba una deuda histórica con el genial profesional, que con su ejemplar vida prestigia a la ingeniería cubana.
Este día se organizan actividades en su homenaje y la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción de Cuba entrega, en actos solemnes, los Premios Nacionales y Provinciales a la Vida y Obra de las Ingenierías, instaurados desde 1996.
Estos máximos reconocimientos se otorgan a profesionales destacados que sobresalen por los relevantes aportes a su especialidad en el ámbito nacional e internacional, contribución significativa a la formación de nuevas generaciones de profesionales y distinciones nacionales e internacionales recibidas por su desempeño.
Don Francisco de Albear y Fernández de Lara, nació el 11 de enero de 1816, y se tituló de ingeniero en el año 1839. En 1867 es aceptado en la Academia de Ciencias como Miembro de Número y en 1878, se convierte en Miembro de Mérito. De 1879 hasta 1883, asume la Vicepresidente de la Academia.
Aunque el acueducto que lleva su nombre bastaría para inmortalizarlo, el notable constructor, fallecido en La Habana el 23 de octubre de 1887, tiene entre sus obras, el asilo de mendigos anexo a la Casa de Beneficencia, el Puente Alcoy, el de Diego Velázquez sobre el arroyo Mordazo y el Bailén sobre el río San Juan, en Matanzas.
Además, fue el autor de un excelente plano de la ciudad de La Habana, ejecutó faros, caminos, muelles, fuentes, e instalaciones militares.